Se supone que sólo leo non-fiction porque mi objetivo es aprender y las novelas no sirven para eso, esas son sólo entretenimiento.

Pues vaya lección de vida me llevo con este libro, que con sus páginas me cacheteó por lo equivocado que estaba.

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Aprendí mucho más sobre la vida, historia y negocios, que en varios de los libros que han pasado por aquí. Aprendí sobre el buen vivir, sobre el valor de los amigos, sobre las aventuras de la vida, sobre la libertad.

Y aprendí mientras reía a carcajadas, mientras sonreía con picardía, mientras devoraba páginas y páginas porque la intriga me vencía, mientras el autor me sorprendía, mientras imaginaba hasta el más mínimo detalle de cada uno de los personajes, mientras me transportaba al lobby del Hotel Metropol en el centro de Moscú.

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Qué equivocado estaba. Pero como escribíamos ayer, que felicidad es darse cuenta que estaba equivocado. Que sorpresa más grata, bienvenidas las novelas a librolabro.

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¿Cómo llegó este libro a mi?

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Porque hay personas de quien uno sigue consejos a ciegas, sin cuestionarlos ni retarlos.

Mi amigo del alma me lo regalo hace unos meses cuando cumplí treinta.

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Una persona que admiro como a pocos en la vida. Un confidente, tremendo deportista y mejor conversador. Uno que domina como pocos ese sabio consejo para ser feliz, el de celebrar los triunfos de los otros tanto como los suyos. Ha celebrado cada pequeño paso que he dado como si fuera su mayor victoria. Un amigo de esos por los que uno debería agradecer cada día de la vida.

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Gracias Sebas, por este libro, por sacarme una vez más de la rutina y por tantas otras lecciones de vida.