La trilogía de Octubre. Cómo mejorar mi país, cómo mejorar mi escritura... y cómo deleitarse un domingo en una hamaca.
Sentimientos encontrados con este libro.
Tiene ideas importantes, te enseña propuestas, políticas y direcciones que posiblemente debería tener este país para consolidar la paz y en general para mejorar. Te enseña historia, te ayuda a construir un mejor criterio para evaluar a Colombia.
Pero… pasaron dos cosas. Advierto que es una perspectiva muy personal.
1 - El libro en un 90% habla sobre el acuerdo de paz.
No está mal, simplemente no me lo esperaba. El libro lo encontré organizando las donaciones para la fundación de mi novia, Colombiando. Su título me enganchó, sentí ganas de leerlo de inmediato. 25 ideas para reparar el futuro. Me cautivó y no sé que me transmitió pero definitivamente no fue que iba a ser un libro sobre el acuerdo de paz. No lo menciona ni en la portada ni en la sinópsis.
Mi error no darme cuenta. El libro lo publicaron dos años después de la firma del acuerdo, cuando estaba esto más caliente que nunca y con haber mirado el título de los ensayos hubiera identificado que ese era su eje, así que mi novatada.
¿Y cuál es el problema con que estuviera tan enfocado en el acuerdo? Que por ratos me pareció repetitivo, y por otros aburrido y desactualizado. Especulaciones sobre qué iba a pasar en el próximo gobierno, o sea Duque y ya vamos en la mitad del de Petro.
2 - Para mi leer debe ser un deleite y esta estructura no la permite.
El libro se compone de 25 ensayos diferentes, escritos por 25 autores diferentes, con 25 estilos diferentes. Es difícil llevar un hilo conductor, es difícil deslizarse por sus páginas y coger ritmo cuando cada capítulo se siente cómo empezar de nuevo.
Ahora ¿quién dijo que este libro estaba escrito para ser un deleite? Nadie. Pero depronto si lo fuera, más gente lo leería.
¿Entonces?
Como un Colombiano que le importa su país, lo recomiendo. Es importante aprender estas cosas y su valor hace que en perspectiva, el esfuerzo que hay que hacer para pedalear esta lectura sea insignificante. Depronto mi invitación sería a leerlo diferente. A tener expectativas más claras sobre su contenido y a leerlo poco a poco. Un ensayo aquí, otro allá. No está hecho para horas ininterrumpidas en tu hamaca.
Si te lo encontrás por ahí y no querés leerte los 25 ensayos, estos tres me encantaron: Imaginación y memoria de Juan Gabriel Vásquez, ¿Una paz maleducada e insostenible? Cómo la política educativa del Estado aleja a Colombia de la justicia, la democracia y la paz de Juan Gabriel Gómez Albarello y La Distancia de la paz de Luna Buchely.
Esos tres ya los he repetido y tertuliado, varias, varias veces.
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Escribir es mi catarsis.
Sí catarsis, según el diccionario un proceso de liberación emocional o purificación. Es lo que siento al escribir, me siento mejor, me siento libre. Abro espacios para que lleguen cosas nuevas. Me encanta pensar en lo que voy a escribir, el proceso de escribir, me encanta publicar. Es raro, siento que sale otra persona que tengo adentro y que tiene mucho que decir pero es una persona que no aparece de ninguna otra forma, ni por por ningún otro canal y curiosamente una que se comparta bien diferente al Juan Felipe que te encuentras en la calle.
Quiero aprender a escribir. Quiero escribir más, quiero escribir mejor, como suelo hacer cada vez que estoy en esta situación, salgo a buscar el mejor profesor.
Aquí estamos, Anne Lamott. Escritora y profesora de escritura quién intenta poner en este libro todo lo que enseña en sus famosos workshops.
Leí boquiabierto. Leí enganchado, cautivado, leí sin parar, impulsado por esa energía que te da el sentir que estás aprendiendo algo valioso. Leí soñando, imaginándome como iba a poner en práctica sus consejos, soñando con algún día poder escribir como ella, soñando con que mis palabras tengan el poder que las de ella tuvieron en mi.
Fue exquisito leer este libro. Estás aprendiendo, pero es teoría que sabe entretenimiento. Sus historias, su selección de palabras, sus maneras, su composición es una nota. Es muy chevere leer algo tan bien escrito.
Perdón la repetición que viene a continuación, he escrito estas mismas palabras en varias de mis reseñas pero una vez más pasó el fenómeno del buen profesor. Crees que sólo te enseñará un tema, a escribir mejor pensé, cuando ese es sólo el anzuelo para enseñarte lo que realmente importa, a vivir mejor.
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El Juan Felipe que jamás se leería una novela está empezando a generar una pequeña adicción.
Increíble el impacto de un buen libro. Todo empezó con un regalo, Un Caballero en Moscú. Lo disfruté tanto que le dí la oportunidad a otra — When we Cease to Understand the World — también la devoré. ¿Cómo este mes no iba a leer ni una novela?
Di con esta joya de la literatura del siglo XXI.
Empezó lento. Me sentía perdido con tantos personajes, no sabía bien hacia dónde iba. Empujé un poco ese primer tercio, pero cuando despegó… me fui para Saturno.
Un domingo de seis horas acostado en una hamaca, acompañado por el murmullo del rio y se acabó este libro. Me enteré después que fueron seis horas porque yo perdí rastro del tiempo. Mi cuerpo ahí acostado pero Elena Ferrante me tenía en otro lado. No sentía afán por terminarlo, no sentía las páginas pasar, ni los párrafos leer. Me metí en otro cuento, abrí otra puerta. Con estas novelas empiezo a sentir como si una entrara en otra dimensión que se abre al permitirle a un buen autor que guíe un rato tu imaginación. Depronto los lectores fervientes y experimentados de novelas podrás describir mejor está sensación que yo apenas descubro y aún no logro describir.
Me encantó. Me encantó. Sentía que veía los personajes, sentía que eran mis amigos, mis vecinos, sentía que conocía los espacios, sentía que pertenecía a aquél barrio de Nápoles. Sentí conexiones con lo que ahora estoy viviendo.
Ya compré tres para regalar a las personas que más quiero. Y obvio, ya empecé el segundo tomo de esta historia.